Las instituciones educativas se caracterizan por la disociación entre le saber específico de una disciplina, el saber pedagógica y la formación humana de la persona, por la falta de articulación entre lo cognitivo, lo espiritual, lo disciplinar y lo investigativo. Por el predominio de concepciones instruccionistas y modelos autoritarios y tradicionales de relación pedagógica por el aislamiento de estas entidades con la realidad de sus integrantes ya sean niños, jóvenes o adultos.

Lo anterior conduce a la necesidad de generar otros espacios formativos, pues en la cotidianidad se observa con claridad como la exigencia social se centra en el saber científico, más que la preocupación por su construcción como personas.

En síntesis, el mayor propósito es proporcionar elementos que posibilite a las/los estudiantes a aprender a ser, a conocer, a hacer y a saber convivir, tal y como lo plantea Jacques Delors en su informe ante la UNESCO.